Un nuevo término ha llegado a las mentes de muchos durante la pandemia de coronavirus: el distanciamiento social. ¿Qué es exactamente este concepto? ¿Cómo puede protegernos de la enfermedad?
El distanciamiento social es una práctica en salud pública que cambia los comportamientos en las sociedades para controlar la propagación de un brote de enfermedad. Estas medidas ajustan temporalmente la forma en que las personas trabajan, viven y socializan, pero si se implementan correctamente, pueden retrasar en gran medida la propagación de enfermedades de las que la población no tiene inmunidad.
La distancia recomendada es de al menos un metro y medio.
Las mejores prácticas de distanciamiento social incluyen:
- Mantener una distancia de al menos (1.5) metros con respecto a los demás en todo momento.
- Abstenerse de recibir saludos de contacto, incluidos besos, abrazos o apretones de manos.
- Detener la práctica de compartir alimentos o bebidas de cualquier tipo.
- Considerar las medidas pertinentes si necesita asistir a reuniones o sentarse en espacios comunes.
"El distanciamiento social ayuda a prevenir el contacto con personas infectadas y superficies contaminadas, además del impulso mundial sobre el uso masivo de cubrebocas, el cual mediante una función de barrera, previene que las personas infectadas propaguen el virus", agrega Miguel Sanz, Director Médico del Hospital Clínica Nova en Monterrey, México.
Otra frase que se ha popularizado durante este tiempo es "aplanar la curva". Esta es la razón por la cual los médicos y científicos invitan a la población a practicar el distanciamiento social. En un brote de un patógeno previamente desconocido, el crecimiento puede extenderse exponencialmente, lo que significa que pueden duplicar -o más- veces su alcance en una sociedad. Cuando esto sucede, los sistemas de salud pueden verse abrumados debido a una demanda que excede la capacidad en términos de camas, equipos o incluso personal.
Con el distanciamiento social establecido, las oportunidades para que un virus se propague rápidamente entre la población se minimizan. La enfermedad aún puede propagarse, pero con cada vez menos oportunidades, un patrón exponencial se reduce considerablemente y finalmente se aplana.
El distanciamiento social no es una solución permanente a una enfermedad, ni una cura. Si bien evita la posibilidad de propagación, es difícil detener el virus por completo sin el uso de una vacuna. Lo que sí proporciona son acciones inmediatas para que las comunidades reduzcan el riesgo de propagación, permitiendo que los hospitales y las redes de atención médica traten mejor los casos entrantes.